30.4

Debido a la ignorancia, el pecado y las flaquezas humanas, muchas personas en nuestra sociedad no cumplen a cabalidad con el plan divino. Creemos que Cristo puede redimir a estas personas, tal como lo hizo con la mujer junto al pozo de Samaria, y que pecar contra el plan de Dios para el matrimonio, no sitúa a la persona fuera del alcance de la gracia perdonadora del evangelio. Cuando el matrimonio se haya disuelto y se hayan contraído nuevas nupcias, se exhorta a los cónyuges a que busquen la gracia de Dios y su ayuda redentora en la relación marital. Tales personas pueden ser recibidas en la membresía de la iglesia cuando hayan dado evidencia de regeneración y de que han entendido la santidad del matrimonio cristiano. (27; 107.1)