903.18

La Biblia manda a cada cristiano, «levanta la voz por aquellos que no pueden hablar por sí mismos, por los derechos de todos los desvalidos» (Proverbios 31:8). El Shemá (Deuteronomio 6:4–7; 11:19) nos amonesta a comunicar la gracia de Dios a nuestros hijos. Salmo 78:4 declara: «Vamos a decir a la próxima generación de las hazañas loables del Señor, su poder, y las maravillas que ha hecho». Lucas 18:16 Jesús afirma: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos». La Iglesia del Nazareno responde a esta instrucción bíblica y reconoce que los niños son importantes y prioritarios en el reino de Dios. Creemos que Dios nos dirige a cuidar a todos los niños, amarlos, protegerlos, apoyarlos, guiarlos y a interceder por ellos. El plan de Dios es que guiemos a los niños a la salvación y al crecimiento en la gracia. La salvación, la santidad, y el discipulado son imperativos y posibles en la vida de los niños. Reconocemos que los niños no son un medio para un fin, sino participantes con pleno derecho en el Cuerpo de Cristo. Los niños ya son discípulos en formación. Por lo tanto es una prioridad desarrollar un ministerio integral y de transformación para los niños y sus familias en todas las iglesias locales, mediante:

  • Proveer ministerios eficaces que ayuden al niño integralmente: física, mental, emocional, social y espiritualmente;
  • Articular posturas cristianas sobre asuntos actuales acerca de la justicia social referente a los niños;
  • Guiar a los niños al propósito central de la misión y al ministerio de la comunidad de fe;
  • Discipular a los niños y capacitarlos para que, a su vez, ellos discipulen a otros;
  • Equipar a los padres para fomentar la formación espiritual de sus hijos.

Puesto que las instituciones educativas de la iglesia (escuelas bíblicas, universidades y seminarios) forman estudiantes para el liderazgo, éstas desempeñan una función crucial en cumplir la visión y la misión de comunicar el valor de los niños. Éstas se asocian con las iglesias locales y sus familias para compartir la responsabilidad de preparar ministros y laicos que formen la próxima generación de niños y jóvenes bíblica y teológicamente capacitados y así enfrentar los desafíos de la evangelización, el discipulado y la transformación de la sociedad. La Iglesia del Nazareno prevé una comunidad de fe multigeneracional donde niños y jóvenes son amados, valorados y ministrados. A través de una amplia variedad de recursos y métodos se unen a la familia de la iglesia, donde niños y jóvenes reciben la oportunidad de ministrar a los demás según su edad, desarrollo, habilidades y dones espirituales. (2009)

903.17

(Virus de Inmunodeficiencia Humana/
Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida)

Desde 1981, el mundo se ha enfrentado a una enfermedad sumamente devastadora conocida como VIH/SIDA. En vista de la profunda necesidad de los que sufren de tal enfermedad, la compasión cristiana nos motiva a obtener información precisa acerca del VIH/SIDA. Cristo desea que expresemos su amor y preocupación por estas personas sufrientes en todos los países del mundo. (2001)

903.16

La Iglesia del Nazareno exhorta a su feligresía a hacer pública su oposición al uso del tabaco por el peligro que representa para la salud y por ser un mal social. Nuestra posición histórica se basa en la Palabra de Dios, en donde se nos amonesta a mantener nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16–17; 6:19–20). Nuestra oposición al uso del tabaco en todas sus formas es apoyada fuertemente por evidencia médica, documentada por nu-merosas organizaciones sociales, gubernamentales y médicas en diversas partes del mundo. Éstas han probado que es una amenaza a la salud y han demostrado concluyentemente que su uso puede producir cambios en la fisiología normal del cuerpo, que son al mismo tiempo serios y permanentes. Reconocemos que nuestros jóvenes reciben una fuerte influencia por los millones de dólares que se gastan en la publicidad del tabaco y su mal gemelo, las bebidas alcohólicas. Apoyamos la prohibición de toda publicidad sobre el tabaco y las bebidas alcohólicas en revistas, anuncios callejeros, radio, televisión y otros medios masivos de comunicación. (2013)

903.15

La Iglesia del Nazareno se opone públicamente al uso social de bebidas alcohólicas. Animamos a las agencias y organizaciones cívicas, laborales, comerciales, profesionales, sociales, voluntarias y privadas a ayudar en campañas contra el uso social de bebidas alcohólicas para contrarrestar la publicidad y la promoción por medios masivos de comunicación de tales bebidas como socialmente aceptables. (2013)

903.14

La Iglesia del Nazareno sigue oponiéndose fuertemente al abuso de sustancias químicas como un mal social. Animamos a los miembros de la iglesia a tomar parte activa y sumamente visible en la educación y rehabilitación relacionada con el abuso de sustancias químicas y la incompatibilidad de su uso con la experiencia cristiana y la vida santa. (2013)

903.13

La Escritura llama a todos los creyentes a tener un equilibrio en el bienestar integral por medio del poder transformador del Espíritu Santo. La gula es la práctica del consumo excesivo de alimentos en detrimento del cuerpo, de la vida espiritual y de la comunidad. Aunque la obesidad pudiera darse por razones hereditarias, limitaciones culturales, o limitaciones físicas; la gula, por el contrario, refleja una forma de vida que abusa de la buena creación de Dios; es decir, alimentos, recursos y relaciones que dañan a las personas y la comunidad. La mayordomía cristiana nos insta a cuidar la salud y el estado físico del cuerpo como templo del Espíritu Santo y vivir disciplinadamente en el uso de todos los recursos y relaciones provistas por Dios. (2009)

(Proverbios 23:19–21; Mateo 11:19; 23:25, 1 Corintios 9:27, Gálatas 5:23, Filipenses 3:19, Tito 1:8; 2:12; Hebreos 12:16, 2 Pedro 1:6)

903.12

Reconociendo la creciente tendencia hacia la falta de modestia en el vestir en lugares públicos le recordamos a nuestro pueblo el concepto cristiano de modestia como expresión de la santidad y exhortamos a que tal modestia cristiana se ejerza en público en todo tiempo (2005).

903.11

La pornografía es un mal que está minando la moral de la sociedad. Los materiales impresos y visuales que degradan la dignidad de la humanidad, y que son contrarios al punto de vista bíblico de la santidad del matrimonio y lo saludable del sexo, deben ser rechazados. Creemos que somos creados a la imagen de Dios y que la pornografía degrada, explota y abusa de hombres, mujeres y niños. La industria de la pornografía está motivada por la codicia; es enemiga de la vida familiar; ha conducido a crímenes violentos; envenena la mente y profana el cuerpo. A fin de honrar a Dios como Creador y Redentor exhortamos a una activa oposición a la pornografía por todos los medios legítimos y a hacer todos los esfuerzos posibles por alcanzar para Cristo a quienes están envueltos en este mal. (2009)

903.10

La Iglesia del Nazareno cree que el Espíritu Santo da testimonio del nuevo nacimiento y de la obra subsecuente de limpieza del corazón o entera santificación, al ser llenos de Él. Afirmamos que la única evidencia bíblica de la entera santificación, o del ser llenos del Espíritu Santo, es la limpieza de corazón del pecado original, por la fe, como se declara en Hechos 15:8–9: “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones”. Esta limpieza se manifiesta por el fruto del Espíritu en una vida santa. “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas 5:22–24). Afirmar que una evidencia especial o supuestamente física, o un “lenguaje de oración” constituye evidencia del bautismo con el Espíritu Santo es contrario a la posición bíblica e histórica de la iglesia (2009).

903.9

Creemos, con profundo aprecio por la creación de Dios, que debemos esforzarnos por demostrar cualidades de mayordomía que ayuden a preservar la obra de Dios. Reconocemos que somos coparticipes en el sostenimiento de la integridad de nuestro entorno, aceptamos esta responsabilidad individual y colectivamente. (2009)

(Génesis 2:15, Salmos 8:3-9; 19:1–4; 148)